Contando sobre el bombardeo ruscista de su ciudad natal, llora como un niño pequeño. Incluso tres semanas después de la conmoción cerebral que recibió cuando un cohete de cassette ruso impactó contra la casa en Cherevkivka, en las afueras de Slovyansk, donde vive, todavía no puede recuperarse. También se manifiestan el estrés, así como las heridas de metralla en sus brazos y piernas.

– Aproximadamente a las 12:40 del tres de julio una munición explotó a 5 metros de mi hijo y de mí. Mykhailo, que ha sido discapacitado desde la infancia, y yo estábamos recogiendo grosellas rojas, sentados junto al arbusto, – dice el señor Yevgen. – Recorro esos segundos en mi memoria, pero sigo sin entender si fue el silbido de aquel cassette o la columna de fuego, que todavía veo como en una película, lo que me hizo empujar a mi hijo contra el suelo y caer encima de él para protegerlo. Por un extremo del ojo vi la metralla volando.

Mykhailo es un niño con necesidades especiales desde la infancia. En 2014, cuando el ejército ruso invadió Donbas y ocupó Slovyansk, recibió una conmoción cerebral y una herida de metralla en la cabeza, fue sometido a una operación compleja en la cuidad de Sumy.  Mykhailo ha sido conmocionado nuevamente.

– Hubo un rugido muy fuerte, la onda expansiva fue potente. Todavía no puedo oír con el oído derecho – continúa Yevgen Konovalov. Una metralla le cortó el costado, otra, como si fuera una cuchilla, le desgarró el brazo desde el codo hasta el hombro y le impactó en la pierna. La explosión también dañó la casa: dos ventanas fueron arrancadas de las paredes, la chimenea fue destruida, el techo y las paredes de ladrillo fueron rotos. Otros edificios de la granja también fueron destruidos: una ducha de verano y un cobertizo. Dice que su jardín sufrió mucho también: los árboles frutales fueron cortados y rotos. La cereza que era tan gruesa como una mano, ya no existe. Las ramas de la nuez colgaban como cuerdas.

– Los pedazos del cassette volaron a 20 metros de distancia, – señala el hombre. – En la habitación de Mykhailo los fragmentos atravesaron la ventana, perforaron el armario, la puerta de madera y volaron hacia la habitación contigua. Al principio estábamos en un estado de shock. El hijo quería correr a la casa. Grito, no puedes ir allí. Escucho a la cabra gritar frenéticamente. Ella pastaba cerca de nosotros. La cabra era joven, tenía tres años. Era lechera, daba 4 litros y medio de leche. Mala – así era su nombre. Una metralla pasó por su columna y voló a través de su costado. Otra cabra, Ardilla, estaba cerca de la valla. Ella sobrevivió, pero sufrió una conmoción. Las metrallas volaban por el cielo y ella no se movía, parecía a una momia.

Mala era una de las favoritas de la familia Konovalov. Comió de sus manos, siguió a sus dueños. El señor Yevgen sufre mucho por la muerte del animal. Está triste no solo porque perdió a su bienhechora (hay otra cabra en el establo), sino que el grito de un animal herido y moribundo todavía resuena en los oídos del hombre. Todavía experimentando el dolor de una criatura moribunda, repetidamente me hace la pregunta retórica "¿Por qué Putin mató a mi cabra?" ¿Y no puede explicar por qué vino a nuestra tierra a destruirlo todo, matar y mutilar? ¿Por qué expulsó a millones de ucranianos de sus hogares? ¿Por qué nos privó de la vida pacífica, feliz y tranquila que solíamos vivir? Y, de hecho, antes de la guerra el hombre, físico–matemático de profesión, era profesor de la escuela local, fundó la organización pública "Unión Internacional de Papás Valientes", escribía poemas y se dedicaba a sus actividades favoritas: fotografía y jardinería.

– No sé cómo sobrevivimos ese día. Con la ayuda de Dios. Luego rezamos frente al ícono, agradecimos por la salvación.

El hombre ensangrentado, que fue vendado por su hijo, llamó a una ambulancia.

– El bombardeo continuaba cuando llegaron los médicos – dice el señor Yevgen. – La doctora es muy buena. Su nombre es Halyna Zhirok. Ella nos tranquilizó lo mejor que pudo. Dijo que la cabra fue como un sacrificio en lugar de nosotros. Heridas tratadas. Nuestros médicos son gente valiente. Desafortunadamente, no son recompensados, a pesar de que trabajan bajo fuego. Una médica fue enterrada recientemente en Slovyansk. En 2014 salvaba a las personas bajo proyectiles y resultó herida en una pierna. Y a fines de este junio, según me dijeron, murió mientras salía en la ambulancia. Una metralla la golpeó justo en el corazón. Toda Ucrania debería saber sobre esto. Tal persona merece una condecoración más alta.

Yevgen Konovalov dice que en el terrible año 2014 los militantes rusos llegaron a su casa. Amenazaron con armas, apuntaron un fusil automático en la cabeza del hijo. Cerca, al otro lado de la calle, ubicaron las piezas de artillería reactiva, y desde allí bombardeaban los territorios ucranianos.

Mykhailo entonces dijo, que no iba a dejar su casa para ir a otro lugar. Esta es nuestra ciudad, dice el hombre. – Tampoco iremos a ninguna parte ahora.

Al día siguiente Yevgen volvió a llamar. Hace aproximadamente una hora los rusos comenzaron a bombardear la ciudad utilizando la artillería reactiva, había destrucciones. Así que decidieron abandonar Slovyansk con su hijo e ir a Izyum, otra ciudad más segura. Francamente, ir hacia lo desconocido.