Los vehículos quemados cerca del puesto de control de Dityatky, la entrada principal a la zona

El terrorismo nuclear, la toma como rehenes de los trabajadores de Chernobyl, aldeanos y residentes de los pueblos cercanos, saqueos: los ocupantes rusos ocupaban la planta de energía nuclear de Chernobyl durante 36 días, amenazando a Ucrania y al mundo con una nueva catástrofe tecnogénica.

Se apoderaron de la empresa estatal especial «Central nuclear de Chernobyl» el 24 de febrero, el primer día de la guerra no declarada, llegando desde Bielorrusia en largas columnas. Los testigos presenciales dicen que el equipo militar ruso ingresaba al territorio de Ucrania sin detenerse durante seis días seguidos. Tras la ocupación de la zona de Chernobyl, los ruscistas obligaron a los trabajadores a permanecer en sus puestos de trabajo las 24 horas y les prohibieron salir afuera. Por cualquier denegación amenazaban con la ejecución. Vasyl Andriyovych, quien trató de evacuar a su familia de la zona ocupada a un lugar más seguro en el pueblo de Prybirsk, cuenta que los ruscistas disparaban caóticamente contra casas y autos, y siete de sus paisanos, hombres jóvenes, fueron hechos prisioneros. Aún se desconoce su destino.

Los ocupantes utilizaron la central nuclear de Chernobyl como una zona segura para ellos; sabían que las Fuerzas Armadas de Ucrania no la iban a bombardearla, por lo tanto en las oficinas de 11 empresas de la zona y en un hotel ubicaron las unidades militares que iban a atacar Kyiv, así como un hospital . En la ciudad de Chernobyl fueron desplegados un puesto de mando provisional del Distrito Militar Oriental y un puesto de mando de la 38ª Brigada Especial de Fusileros Motorizados. A cientos de metros de las instalaciones de aislamiento de la planta, ubicadas en a la ciudad de Pripyat, los ocupantes construyeron una vía, por la cual transportaban decenas de toneladas de cohetes, proyectiles para artillería y municiones de mortero desde la base logística, situada en el distrito de Narovlya de la región bielorrusa de Gomel.

Los jefes militares rusos que dirigían la operación de captura de Chernobyl, ordenaron a sus soldados a organizar las posiciones de fuego dentro y fuera de la estación. Los ocupantes pasaron casi 30 días allí cavando trincheras en el famoso Bosque Rojo, donde ni siquiera los aventureros se arriesgan a meterse. En esta zona el suelo absorbió la mayor parte del polvo radiactivo durante la explosión del reactor en 1986. Luego, una alta dosis de radiación en un área de casi 10 kilómetros cuadrados mató todos los árboles, en su mayoría pinos, que adquirieron un color rojo parduzco. Por la noche se puede ver brillar los árboles muertos, por lo que era peligroso entrar en el Bosque Oxidado o Rojo sin trajes especiales de protección.

En el área de localización provisional de los desechos radiactivos los ocupantes cortaron árboles rojos y los enterraron con ayuda de una excavadora, por lo que se registra el nivel máximo de contaminación radiactiva, encendieron fuegos, cocinaron alimentos, quemaron pasto y respiraron el humo radiactivo. Los fragmentos de combustible nuclear irradiado, los trozos de grafito radioactivo, esparcidos por la explosión en el Bosque Rojo, yacen ahora a una profundidad de 40-80 cm. Mientras que los ocupantes cavaron más profundo, recibiendo la dosis de radiación considerable, externa e interna, con partículas alfa y beta, que ahora bombardean por dentro sus cuerpos, condenando a algunos a una muerte rápida y a otros, a una muerte lenta pero inevitable.

Después de la fuga de los militares rusos, uno de los indicadores de la radiación interna recibida por los ruscistas desde la superficie del suelo (contaminación beta) en los sitios de medición fue 90 Sr, que es 160 veces superior a la norma. Incluso en la propia central, en las habitaciones donde vivían los ocupantes recogiendo arena y rellenando sacos de protección, el fondo de radiación se ha multiplicado por diez.

Los rusos se llevaron toda la técnica militar rota de la zona de Chernobyl que recibió grandes dosis de radiación. Así que los que la evacuaron y la están reparando también reciben peligrosas dosis de radiación.

El Bosque Rojo se vengó de los asesinos de Putin por Bucha, Irpin, Gostomel, Borodyanka, a donde iban de la zona de Chernobyl para destruir estas ciudades, disparar, violar y torturar. Se vengó por el robo del sistema de monitoreo radiológico que recolectaba, procesaba y transmitía datos sobre los niveles de radiación en toda la zona de exclusión. Se vengó por el saqueo de las oficinas, de donde los rusos llevaron en sus vehículos de combate las computadoras, teteras, cafeteras, frazadas, vajillas, tenedores, cucharas, y lo que no se pudo llevar fue destrozado. Se vengó por el archivo destruido de Chernobyl, que se estaba recopilando durante décadas. E incluso se vengó por el monumento al «líder del proletariado» Lenin, que formaba parte de la exposición del museo de Chernobyl y fue tumbado de su pedestal.

La primera información sobre la irradiación de los ocupantes rusos apareció en los canales Telegram de la oposición bielorrusa. Allí se informó que los ruscistas, supuestamente afectados por la radiación, fueron llevados a la cuidad de Gomel en siete autobuses. Según varios expertos ucranianos, Rusia realizó en Chernobyl una operación especial para comprobar los efectos de la radiación en la salud de sus soldados. Por otro lado, ni los soldados ruscistas ni sus generales (curiosamente) no tienen ninguna idea básica sobre el desastre de Chernóbil y sus consecuencias. El coronel general, héroe de Rusia Vladimir Shamanov ha enfatizado que es una mentira hablar sobre la irradiación de los invasores rusos en el Bosque Rojo. Estas posiciones, dijo, las ocupaban los guerrilleros soviéticos durante la Gran Guerra Patria, y nadie tenía enfermedad por radiación. Los comentarios ya son superfluos aquí.

El puente destruido en el pueblo de Khocheva.

El puente en Ivankiv.

Fotos proporcionadas por Marina Chorna.