Uno de los ruscistas, que se encuentra en el territorio de Ucrania (su esposa lo llama Kolya en una conversación telefónica interceptada por el Servicio de Seguridad de Ucrania), habla sobre cómo mató a un rehén como como si fuera un evento alegre, con risas, con notas alegres. Con orgullo.

– Ucraniano fue atrapado ayer... Ucraniano fue atrapado, – lo primero que le dice el ruscista a su esposa.

– Bien...

– Muchas cosas interesantes. Bueno, ahora está en otro mundo.

– Bueno, pues (palabras obscenas) con él. Bueno.

– Le clavé mi navaja en el corazón.

– No seas un vampiro, Kolya, esto no funciona de esa manera, - la residente "pacífica" de Rusia se está divirtiendo en respuesta.

– Tengo una navaja ahí, de doble filo. Una hoja como la de Frodo Baggins. Me dijeron, bueno, acaba con él… No, no, a-a-a-a y todo… (el ruscista se ríe de la desesperación de un hombre condenado en el último minuto de su vida). De manera que quería realizar mi sueño... Quería cortar los tendones de una persona y clavarle una navaja.

El sádico Kolya no está solo en el ejército ruso. De hecho, todo este ejército es un sádico colectivo. Así lo demuestra otra conversación telefónica interceptada por el Servicio de Seguridad de Ucrania, en la que un ruscista confiesa la matanza de los civiles.

– Desde un monte empezamos a disparar contra un edificio de cinco pisos. Destrozamos todo, - le dice el ocupante a su interlocutor. Han dicho que destruyamos este edificio y que se jodan los civiles. Putin les dio tiempo para ir echando, y no se han ido.

La conversación de los dos ruscistas está densamente entretejida con lenguaje obsceno. Para justificar sus crímenes, el asesino de ucranianos repite la propaganda televisiva y dice que en el primer piso del edificio destrozado presuntamente había civiles, en el segundo ametralladoras y lanzagranadas, en el tercero otra vez civiles, y en el cuarto francotiradores, así como armas antitanque en el techo.

Este es el «mundo ruso». Y dondequiera que viene, trae consigo la muerte y la destrucción.