Irpin. Casa de la Cultura. Hacia este lugar traen a las delegaciones extranjeras para ilustrar las consecuencias del “mundo ruso” que ha dejado sus huellas en la región de Kyiv desde el comienzo de la invasión a gran escala a nuestra tierra.

Proyectiles «volaban» al centro cultural de la ciudad ucraniana más de una vez. La situación era «calurosa» aquí a principios de marzo. Las tropas rusas no entraron en esta parte de la ciudad, pero a menudo la bombardeaban de los sistemas de artillería.

Es simbólico que la gente de Putin disparaba contra una estructura arquitectónica construida en la época soviética, que esta gente tanto intenta revivir por la fuerza. Cerca de la entrada central del edificio hay esculturas de un proletario y una trabajadora-madre con un niño, típicas de ese período. Resistieron el fuego de los adeptos de Stalin. Sólo a la «clase obrera» la metralla le rompió las piernas. Disparar a los pies de los civiles ucranianos, capturados por la ocupantes, es un pasatiempo favorito de los verdugos rusos…

Las celosías con arpas en las ventanas de la casa no salvaron el vidrio de la falsa cacofonía de los «portadores de la cultura rusa». Esta locura hizo derrumbarse el techo del edificio. Probablemente, es posible tener discusiones feroces con los oponentes en el espacio cultural. Pero llevar vuestra «cultura a las masas» mediante la guerra es una barbarie psicopatológica 


    
El gran escritor ruso León Tolstoi llamó a «no resistir al mal mediante la violencia». Después de la invasión del mal salvaje desde la pantanosa Moscovia a Ucrania, su «clásica rusa» ya no se lee en el lenguaje literario. Y por cada lágrima en la mejilla de nuestros hijos responderemos al «mundo ruso» en el espíritu de nuestra cultura ucraniana, sin filosofar con Dostoievski.

Foto de Serhiy KOVALCHUK y la autora.